
Cada immersión es una experiencia diferente. No existen ni mejores ni peores. Cada immersión es única en su forma. Lo que si que puedo decir es que hay experiencias en el fondo azúl que dejan gravado su ADN en la retina del buceador.
Este es el caso del Pecio Malakoff que embarrancó frente a las costas de la isla de Menorca durante una noche muy oscura y se llevó consigo al fondo del mar la mayoría de su tripulación.
Estábamos preparados para la immersión. Después de llegar con nuestra semirrígida al lugar dirigidos por un Gps empezamos a descender.
Era fácil distinguir a los pocos metros de profundidad la silueta oscura posada sobre la arena blanca de lo que en su día había sido un mercante francés. Las cuadernas ordenadas i dispuestas a lo largo de aquél barco hundido se levantaban hacia arriba dándole un aspecto terrorífico. Estar allí frente aquel esqueleto de hierro oxidado me hacía sentir especial, como si formara parte de aquella maravillosa composición de belleza y tragedia.
Recuerdo que la corriente era cada vez más fuerte lo que el esfuerzo se multiplicaba cada vez más. El recorrido lo iniciamos de popa a proa empezando por la zona de la hélice y fuimos subiendo paseando y disfrutando de ese espectáculo único para mí hasta entonces.
Un grupo numeroso de barracudas nadaban en círculos sobre el viejo Malakoff , patrullando, observando todo aquello que hacíamos aquellos que nos atrevimos a pasearnos aquél verano entre los ordenados huesos oxidados del pecio a más de 36 metros de profundidad.
1 comentario:
muy buena foto, me encanta tanto que ya la tengo en mi computadora como fonde de pantalla.
Will Galan
Republica Dominicana
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